José Gómez Codina: "Cuando te sucede en un tumor sólido es algo sorprendente para todos. Es algo tan exorbitantemente infrecuente que nos quedamos alucinados"
José Gómez Codina es doctor en Medicina por la Universitat de València y oncólogo médico desde 1984. Cuenta con un Máster en Administración y Dirección de Servicios Sanitarios y otro en Bioética, Deontología y Calidad en el Ámbito Sanitario.
Su labor asistencial e investigadora se ha centrado en el campo de los linfomas y el cáncer de pulmón. Ha desarrollado más de 50 ensayos clínicos para nuevos medicamentos o combinaciones de ellos y ha publicado más de 100 publicaciones científicas, nacionales e internacionales, y más de 150 comunicaciones a congresos como autor o coautor. También es ex vocal de la Junta Directiva de la Sociedad Española de Oncología Médica.
Actualmente, es jefe del Servicio de Oncología Médica del Hospital Universitari i Politècnic La Fe y miembro vocal de la Comisión de Bioética Asistencial, de la Comisión de Investigación y de los Comités de Pulmón y Tumores Onco-hematológicos. / Imagen cedida
Sobre oncología
Después de tantos años ejerciendo, ¿sigue apasionado por la oncología?
Me considero un absoluto afortunado. Es un privilegio trabajar en algo que te gusta. Llevo 40 años levantándome y yendo contento al hospital todos los días. También me encanta la docencia, doy clases, seminarios, cursos, reuniones.
¿Aun siendo una especialidad difícil?
Siempre he tenido una visión de la medicina y de la oncología muy profesional. Hay que saber a lo que vas al hospital. Llevas una mochila a la espalda llena de conocimientos y aptitudes que pones al servicio de los pacientes, y si lo ves así es una profesión fantástica que tiene un retorno de los pacientes fabuloso.
"Historias de vicación", José Gómez | Roche España
¿Qué es un éxito en oncología?
Se nos forma para tratar enfermedades con una evolución corta y que se curan, como apendicitis o neumonías. Sin embargo, el 98% de las enfermedades son crónicas y no se curan. Una insuficiencia cardíaca, una cirrosis hepática, bronquitis crónica o una diabetes no se curan… En el caso del cáncer, alguna vez, lo curamos. Si el paciente sale de la consulta mejor de lo que ha entrado, eso es un éxito.
Y, a veces, muy pocas, desaparece solo. Hablemos de este fenómeno.
Las remisiones espontáneas en tumores es un hecho raro, pero es parte de la historia de la oncología. Tenemos casos publicados desde el siglo XIX y está descrito en casi todos los tipos de tumores. No es algo excepcional, es poco frecuente, pero no desconocido.
Casos de remisiones espontáneas
¿En su carrera, se ha encontrado con estos casos?
Sí, creo que han sido 4 casos los que he vivido en toda mi vida.
Hablemos de cada uno de ellos:
CASO 1
Fue un paciente mayor, de unos 70 años, con linfoma folicular. Es una enfermedad que suele tener recaídas. Lo característico fue que, en uno estos ciclos, una de las recuperaciones fue sin tratamiento. Estuvo 3 años bien y volvió a aparecer la enfermedad.
CASO 2
Este caso fue en un tumor sólido, un carcinoma suprarrenal con nódulos pulmonares múltiples de gran tamaño. Hace 10-15 años, cuando sucedió, prácticamente no había tratamiento útil para este tipo de tumor. Fuimos haciendo controles y vimos como la metástasis se redujo hasta desaparecer por completo. Hicimos TACs y todo tipo de prueba, aquello había desaparecido.
Estuvo 7-8 años en remisión, perfectamente bien, después recayó, el tumor avanzó y el paciente murió. Si no hubiera tenido una regresión espontánea, probablemente hubiera vivido menos de un año.
CASO 3
También era un paciente relativamente mayor, 70-75 años, con un linfoma de Células del Manto. Es un tipo de cáncer que parece poco agresivo, porque es lento, pero no lo es. Lo tratas y responde, pero es de los peores que hay.
Lo había tratado en 2 o 3 ocasiones por recaídas, que eran de bajo volumen y con buen estado general, por lo que era previsible que respondiera. Pero en una de las recaídas, también con bajo volumen, pero confirmada y biopsiada, el paciente desapareció del seguimiento.
Tras un tiempo y una historia bastante curiosa, analicé al paciente, y efectivamente, había tenido una remisión sin tratamiento. Seguimos con el seguimiento y tiempo después recayó y murió.
CASO 4
Este es el caso de una mujer con un linfoma folicular del que todavía llevo el seguimiento. Le tratamos la enfermedad e hizo una respuesta completa, estuvo unos años bien pero tuvo una recaída importante. Mientras le hacíamos las pruebas para ponerle un segundo tratamiento, ella acudió a la consulta porque se le estaban yendo los ganglios. Se le repitió el TAC y aquello había desaparecido. Ahora lleva 7-8 años y todavía no ha recaído.
Empiezo a pensar que no va a recaer nunca, pero no lo puedo asegurar, era esperable que hubiera recaído antes. Tenemos muy buena relación y, cada vez que nos vemos para el seguimiento, alucinamos los dos.
¿Recuerda la primera vez que le pasó? ¿Se sorprendió?
Trabajo mucho con linfomas foliculares, por lo que es algo sobre lo que he leído mucho, no sé si tendría que haberme sorprendido más cuando ocurrió, pero lo vi como algo bastante natural dentro de la rareza.
Además, hay 140 tipos de linfomas diferentes y éste tiene gran cantidad de tratamientos y posibilidades, da mucho juego. Se comporta de una manera crónica, lo tratas y recae. En este caso, aunque una de esas remisiones fue sin tratamiento, no cambió el curso natural de la enfermedad.
¿Cuál fue el que más le sorprendió?
El caso 2, carcinoma suprarrenal con nódulos pulmonares múltiples, se le alargó la vida unos 8 años y es algo que no nos hubiéramos esperado nadie.
Para quienes tenemos la suerte de tratar tumores hematológicos, donde se producen más este tipo de fenómenos, llaman la atención, sí, pero sorprenden menos. Pero cuando te sucede en un tumor sólido es algo sorprendente para todos. Es algo tan exorbitantemente infrecuente que nos quedamos alucinados.
Comenta que, en el caso 3, con el linfoma del Manto, vivió una experiencia curiosa…
Este caso también fue sorprendente, pero por otros motivos. Es una anécdota muy curiosa y quiero dejar claro que respeto mucho el mundo de la religión, aunque yo no sea creyente.
¿Qué ocurrió?
Tras abandonar el seguimiento, no supe nada de él y, 3 meses después, mientras pasaba consulta, mi enfermera me llamó porque había unas monjas que querían hablar conmigo. Las hice pasar. Parecía una película italiana, entraron a la consulta con sus cofias, su negro riguroso y alas blancas.
“Usted tenía un paciente que estaba muy enfermo y que se aclamó al beato - ojalá recordara qué beato era, solo recuerdo que era de Zamora- y gracias a ello se curó”, me dijeron. Querían que certificara el milagro para ir a Roma y poder hacerlo santo. Al parecer, necesitaban dos milagros y ya tenían uno confirmado.
¿Y qué hizo usted?
Les pedí que volviera el paciente para poder revisarlo. Estudié su historia e hice un informe completo sobre las remisiones espontáneas, en el que escribí que no podía afirmar la excepcionalidad del caso porque era un hecho que, a pesar de ser poco frecuente, estaba descrito en muchas ocasiones y tumores y era un fenómeno conocido. Por lo que no podía certificar que se debiera a una intervención milagrosa.
Escribí el informe desde el más absoluto respeto, en ningún momento hice ningún comentario peyorativo o cómico, lo hice desde la máxima profesionalidad. Pero claro, no fue bien acogido, ellas se enfadaron mucho y tuvieron una reacción violenta, pero no las culpo. Se quedó en una curiosa anécdota.
¿Qué se llevó de esta anécdota?
Es curioso cómo, entre los múltiples aspectos que afectan a las remisiones espontáneas, en determinado ámbito cultural, un hecho de este tipo puede llevar a una interpretación sobrenatural absolutamente errónea.
Procedimiento a seguir y retos
¿Cómo reacciona cuando se encuentra frente a una remisión espontánea?
Son casos que te producen cierta inseguridad, no sabes qué significa. Tienes en frente a una persona a la que le has dicho previamente que tiene algo serio y ahora las pruebas muestran que el tumor ha desaparecido solo, pero no se ha curado. Es importante remarcar esto último ya que una remisión espontánea no significa que el paciente se haya curado ni que vaya a durar para siempre. En algunos casos puede ser así, pero la mayor parte acaban recayendo.
¿Existe un protocolo a seguir en estos casos?
No. Por ejemplo, en el último caso, que todavía llevo, he revisado la histología y es un linfoma folicular normal y corriente. Hasta donde somos capaces de determinar, no tiene ninguna característica especial. Ella tampoco tiene hábitos de vida extraños, ni toma hierbas, ni medicinas alternativas, ni nada.
Y no podemos tomar muestras, porque los ganglios han desaparecido, no hay de dónde tomar muestras. Lo que sí hacemos son TACs y análisis de sangre y son rigurosamente normales.
Una remisión espontánea no significa que el paciente se haya curado ni que vaya a durar para siempre. La mayoría, recaen.
¿Podemos estudiar este tipo de fenómenos?
El problema está en que son tan raros… para hacer un estudio prospectivo necesitarías juntar 10-20 casos, y es imposible. Te ocurre uno cada 10 años. La única investigación es la historiográfica, a base de sumar casos anecdóticos y eso tiene escaso rigor científico.
Sería muy interesante poder juntar 10 casos y hacerles pruebas de todo, un estudio genético masivo, NGS, buscar si hubiera algún gen mutado. Pero para eso necesitarías tener una mínima muestra, al menos 15 casos seguidos, y aun así es muy poco en ciencia.
¿Están acostumbrados a ver casos raros?
En medicina siempre ves casos raros y especialmente cuando trabajas en un servicio muy grande, como el nuestro. Creo que en La Fe somos muy buenos en esto, estamos bastante acostumbrados a los casos infrecuentes, tenemos la capacidad de sorpresa bastante atenuada.
¿Qué tipo de casos infrecuentes?
Cada año, vemos casos de todo lo que te puedas imaginar. Por ejemplo, el linfoma de la órbita es muy raro, pero contamos con un oculista al que le gustan y sabe tratarlos, por lo que tenemos un clúster y es algo que no se ve en otros sitios.
Estamos entrenados en ver cosas muy raras. Si el día de mañana vemos un linfoma de Burkitt, ponemos en marcha toda la maquinaria y removemos Roma con Santiago. Nosotros esto lo sabemos hacer y lo hacemos muy bien.
Cada uno hace mejor aquello a lo que se dedica, preferiría que me operara de apendicitis un cirujano de batalla porque eso es lo que ve y lo que hace todos los días.
¿Pueden ofrecer todos los tratamientos?
No hay ningún tratamiento de eficacia demostrada en el Memorial Sloan Kettering Cancer Center de Nueva York, considerado el mejor hospital oncológico del mundo, que nosotros no tengamos en La Fe. Ni uno.
Pero con asistencia universal y gratuita, ¿no?
Aquí no tenemos ninguna restricción de uso, mientras que, en Estados Unidos, si no tienes dinero, no puedes permitírtelo. Un amigo mío, Eduardo Sotomayor, Jefe de Oncología de The George Washington University Hospital, me contaba el otro día que en los tratamientos con CAR-T, para que te den hora para un posible tratamiento tienes que depositar un millón de dólares. Sólo para pedir cita. En España, la gente todavía no es consciente del sistema de sanidad pública que tenemos.
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